viernes, 22 de enero de 2016

Editorial/número 14. DE CONSULTAS Y HECHOS





Editorial

DE CONSULTAS Y HECHOS

En épocas anteriores, partiendo de los 60, el gobierno realizaba obras sin consulta alguna donde participara la ciudadanía. Ocurrían sin ningún atisbo de confrontación.

Dentro del marco normativo se identificaba, en el lugar de la obra, una lámina metálica el registro de dicha actividad e incluso la sección de la CTM a la cual pertenecía el grupo de trabajo. Así brevemente, digamos, esa era la información emitida para el interesado o curiosos.

Está el caso del cambio de carpeta asfáltica en la calle Lerdo. No se avisó oportunamente. El mismo día de la actividad se repartió un volante y se pegaron algunos. No hubo –hasta un día después- una manta donde se notificaba la obra.

Los tiempos han  cambiado, y las consultas están en uso o en moda para conocer la opinión de los ciudadanos de determinados proyectos y el resultado de ello es la aplicación o no. Aunque en última instancia, los resultados no reflejaban verdaderamente el sentir de los votantes; es decir, no fueron ni mínimamente respetados. Un caso fue el ejercicio “Aumento de la tarifa del Metro”. No pasó a más. El resultado sorprendió a la mayoría de usuarios del Metro; era más que indudable que su voto haya sido por el “NO”. De ahí surgió la reacción de “Pues me salto”.

Estos ejercicios con tintes democráticos han desgastado la credibilidad ciudadana porque de los resultados despierta la duda y, por otro lado, dista mucho el acatamiento de los mismos. ¿Cuántas consultas se han hecho al “Presupuesto” participativo? Muchos dijeron: ¿dónde quedó la bolita?

Si un gobierno local elegido por voto popular –porque se depositó la confianza y credibilidad vía sufragio- por ende debe defender los intereses de los ciudadanos y el mejoramiento del entorno para bienestar y sin menoscabo de la economía y salud de quienes habitan la Ciudad de México. ¿Para qué convocar votaciones e incluso “casi, casi” por cualquier cosa? Parece ser que es tan solo para dar la imagen de ejercer la democracia. Pero todo eso implica uso de recursos humanos y económicos.

El resultado de la votación del “Corredor Cultural Chapultepec” deja un precedente en la Ciudad de México; es decir, en los ciudadanos. Esperemos que casos como este u otros deben resolverse en la aceptación o negación de futuros proyectos antes de darlos a conocer –si es el caso- trabajando gobierno y ciudadanos y evitar la pantomima de un plebiscito. Porque con esto parece ser que el equipo de logística del gobierno local no tiene la capacidad de decisión y porque en ello entre deja ver a quienes verdaderamente favorece.


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