Editorial
EN SEGURIDAD:
CALIDAD, NO CANTIDAD
Los
días y meses pasan, en aparente tranquilidad por los rumbos de la Unidad Tlatelolco.
Cual fuera “temporada de lluvia”, aparece en el sueño –tal vez apacible- un
suceso alterándolo, pocas veces conciliado placenteramente el descanso. Impera
el despertar diario con terror.
El
motivo, en las redes sociales reportan asaltos, intentos de robo de infantes,
irrupción en departamentos para robo. Mención de quienes lo han vivido, de hechos
presentes y pasados.
La
incertidumbre afecta cualquier edad y género. Se establece que los ilícitos se dan
en sitios obscuros y solitarios. O, solamente por la noche. Y la verdad no es
así.
Sucede
en lugares iluminados y obscuros. En pasillos transitados y solitarios; de día o
de noche. Afectando a los llamados de la tercera edad, adultos, jóvenes y
niños; hombres y mujeres.
La
presente –editorial- no es el fomentar el miedo, ni alimentar la paranoia.
Tampoco es caer en conclusiones de primera instancia de los hechos. Es, llamar
la atención de las autoridades sobre la inseguridad manifiesta al interior y
alrededor de Tlatelolco.
La
inseguridad no es propia y única de este Conjunto Habitacional. También, de
manera preocupante, está presente en las demás colonias de la Ciudad de México.
Las
estadísticas oficiales reflejan una realidad inexistente. Donde muestran la
baja de transgresiones en cada una de las categorías. El común de la población
no lo cree, y consideran que están maquilladas. Y es la gran diferencia, de esa
realidad estadística y la que se vive día a día en las calles de la ciudad
capital.
Por
otro lado, en algunos ciudadanos hace mella proposiciones alocadas de poseer
arma; muy al estilo norteamericano. De aquella iniciativa de portación de arma
y reforma del artículo 10 constitucional, del panista José Luis Preciado.
Después modificó, en: tener armas en casa, auto y negocio.
Ojalá no lleguen
a la desesperación quienes han sufrido un delito y de aquellos que por temor les
suceda, acepten la iniciativa. “Para estar preparado”, dirán.
Los
operativos policiacos como los han calificado, después de aplicarse genera el
“fenómeno cucaracha”. El “insecticida”, pierde su efecto al poco tiempo,
requiriéndose continuamente operativos.
La
justicia y la seguridad, no está en manos de la ciudadanía. Por eso la
puntualización y exigencia a las autoridades correspondientes de proporcionar
tranquilidad y seguridad.
Tan breve
y significativa palabra que no quisiéramos ver inmensa cantidad de policías, en
cada operativo o en cualquier lugar apostados, como se tratara de la caza del
“enemigo número uno”.
No se pide cantidad sino calidad y efectividad.
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