Editorial
LA SIEMPRE PARTICIPACIÓN
TLATELOLCA
En cualquier espacio,
calle, manzana, colonia de la Ciudad de México ha existido una organización
vecinal; y se antepone un sentir, una queja. La identidad de un barrio se
adquiere viviendo sus espacios, disfrutando sus triunfos y reconfortándose en
derrotas, conviviendo con los demás; compartiendo costumbres y creencias;
buscando lo mejor de su entorno en bien de ellos, de sus habitantes.
La participación como
ciudadano conlleva ese sentirse parte de la comunidad, de ahí la diferencia de
la participación de un servidor público. La diferencia radica en la
colaboración –aunque sea parte del barrio- porque sigue la línea política del
partido político al que pertenece; es su trabajo, es una obligación y pierde el
sentido del ser ciudadano a diferencia de aquellos sin ataduras de partido. En
la mayoría de los casos desconocen las características y cualidades de la
colonia que gobiernan en contrapeso del ciudadano común, preocupado por su espacio,
su barrio.
Desde el inicio de la
conformación de la población pionera del Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco
destaca aquella participación de las madres de familia. Se agruparon para
solicitar a las autoridades de esos años en la activación de los centros
educativos, así como habilitar comercios locales. Finalmente, lograron se
abrieran las escuelas Primarias, Secundarias y Jardines de Niños en la Unidad
para inscribir a sus hijos, cuyo beneficio fue por igual para los infantes de
las colonias vecinas. También se establecieron: una tortillería, un local
de leche y tienda Conasupo; estos en la
primera sección en la zona comercial adyacente al edificio Allende, así como,
una panificadora-pastelería en la zona comercial del lado poniente del edificio
Miguel Hidalgo. Y las primeras tiendas de abarrotes para abastecerse de los
productos necesarios para el consumo diario.
En cada entrada y en cada
edificio se han manifestado los residentes, por lo equitativo. Los oportunistas
y quienes siguen directriz de algún partido político u otros de intereses
obscuros, siempre existirán, pero a pesar de esto siempre prevalecerá la lucha
del beneficio colectivo de los ciudadanos por encima de las pretensiones
maquiavélicas de aquellos.
En 51 años de la Unidad
Tlatelolco se han presentado indicaciones y decisiones adversas a los
tlatelolcas; sin embargo, siempre existirán quienes las confronten.
Lo último y más reciente es
lo ocurrido el 1 de febrero de 2016, ante la “invasión” o el asentamiento en
módulos de los colonos de La Ronda en el “Club deportivo 5 de Mayo”. Los
tlatelolcas salieron a manifestarse para buscar la verdad y la solución del
problema. Las fotografías y vídeos publicados en las redes sociales dan
manifiesto que los tlatelolcas tuvieron que atajar un rumor ante el vacío
informativo de la autoridad. Una vez más el equipo logístico de los nuevos
mandos delegacionales, de extracción Morena, muestra desconocimiento de la
historia del Multifamiliar Tlatelolco y del sentir de los tlatelolcas.
Por
otro lado, es injusto que después de 30 años de ocurridos los sismos del 85,
como otros tantos colonos disgregados en la Ciudad de México, no se les haya
dado apoyo y solución de vivienda. Y que antes de desalojar a los colonos de La
Ronda, por ejemplo, no se haya planificado la reubicación. Porque instalarlos
en módulos o “hangares”, ya sea aquí en la Unidad u otra colonia, resulta
ofensivo y denigrante adjudicarles una vida errante, sin saber con certeza
donde vivir, siendo presa de designios erráticos y de fallidas soluciones. Con
esto determinan su futuro, sin vivienda.
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