martes, 26 de abril de 2016

NUESTRA CITA. Con Tlatelolco, número 16. 2016





NUESTRA CITA
Por Sugey Cruz (Zu Delirio)

El dorado de tu piel es tan parecido al resto de las personas originarias del sur del país, la seriedad en tu rostro y la profundidad en tu mirada te dan un toque tan interesante, tú voz es tan suave que alegra mis días y llena de dulcera mis oídos…

Asistir a nuestro encuentro es uno de los rituales más hermosos que vivo, esperar con ansiedad el día y la hora pactada es una experiencia inexplicable; desde el día anterior mi cuerpo se llena de cosquilleos que me recuerdan que estoy viva. La noche previa es imposible dormir, millones de preguntas llegan mi pensamiento, cuestionamientos superficiales como que color será el oportuno lucir, hasta lo que pasa por tu mente después de cada encuentro, la oscuridad dibuja en su profundidad tu silueta que se convierte en cómplice del viento para traerme tu aroma y trasportarme a la suavidad de tus brazos…

La dulzura del amanecer y la brisa fresca en la atmosfera, indican que será un majestuoso día, varias horas aun nos apartan, pero sé, que el tiempo no me será suficiente para arreglarme y deslúmbrate con mi presencia, pero a pesar de ello, me coloco frente al espejo para realizar mi mejor esfuerzo.

Los segundos se vuelven minutos y cada instante me dibuja más cerca de ti, tomo mis previsiones por el tráfico y la locura de la ciudad, salgo de casa con tanta emoción que olvide darle de comer a “Ramón” mi hermoso gato que se ha ido acostumbrando a verme entusiasmada con frecuencia y descubrió donde se encuentra su alimento para saciar su apetito cada que así lo requiera, lo cual me quita el cargo de conciencia por ser una mala compañera, pero en ese momento lo más importante es verte, y perderme en la magia de tus ojos.

Mi cuerpo, presiente tu cercanía, sabe que en cualquier instante mis ojos te identificaran en la enorme urbe, respiro profundo y trato de mantener la calma, mi pensamiento hace su mejor esfuerzo por recordar el atajo de la última ocasión y acertadamente la pequeña calle empedrada me lleva hasta el lugar pactado. La ventana está abierta, el viento juguetea con la cortina que se mese disimulada, mientras el cielo se pinta de color naranja por las nubes que amenazan el radiante sol.
Los nervios tratan de conquistarme, mis pies tiemplan como los terneros cuando intentas dar sus primeros pasos, toco la campana que funge como timbre y se abre la puerta principal como por arte de magia. Mis ojos inquietos te buscan en el hermoso jardín gobernado por exquisitas rosas rojas, sin éxito, sigo de frente para entrar en la casa, una señorita amablemente abre la puerta a mi paso y me saluda con un sonrisa en los labios, pero de tu imagen aun nada.


Una voz cálida me indica el camino y ahora son solo segundos unos cuantos pasos, me separan de tu presencia, al dar la vuelta en el pasillos más largo, tu aroma gobierna el entorno, me detengo para ser anunciada y en ese momento una mujer adulta vestida con una bata rosa me dice: muy buenas tardes, bienvenida a la Clínica del sueño, el doctor Sandoval la espera, para su cita mensual…


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